martes, 25 de mayo de 2010

Stain


Hay una mancha de miedo que se extiende
con cada respiración en el aire.
Paraliza cada fibra de los músculos,
atornilla las neuronas del cerebro.
Lastre en tensión que tira desde dentro
los resortes del dolor de la mirada.
Por todas partes esfuerzo,
ojos que cargan y ocultan.
Me miras, pero tienes la espalda deshecha;
te miro, pero gana el cansancio en mis ojos
mientras alzo la cabeza, tratando de mostrar
el valor que no tengo.
Te paras, no quieres cargar ya con más;
en el camino a tu sueño
no volverán a engañar a tu espalda.
El fin se te desdibuja en el cansancio;
tus hombros piden clemencia
(la cabellera rendida sobre ellos)
y tu mirada de niño se enturbia
con una tristeza infinita.
Pasas de largo y mi llamada se
deja morir en la cuneta.
Alzas la vista; y tal vez, pese a todo...
renace la loca idea marchita
de que allí delante esté al final la mano
que acabe de rematarte con su peso
o que haga concluir toda zozobra.
Tu corazón se agita, eres muy joven.
Puede, quizás, quién sabe...
comienzas a avanzar de nuevo.