jueves, 3 de diciembre de 2009

Lo insólito tiene alas de paloma.


Caravaggio: Descanso en la huída a Egipto.



Intentemos observar el cuadro como si fuera la primera vez que viéramos la imagen, como si no tuviéramos ni idea de lo que se representa allí -o como si realmente no se representase nada más de lo que vemos. El paisaje es el típico lugar ameno donde a la vista le gusta detenerse a descansar, aunque nada resulta tan bonito cuando uno anda por ahí reventado y agobiado, como parecen estar los personajes. La mujer lo mismo podía estar sentada en mitad del campo que en un taburete de su casa, o en la silla del trabajo, o en la cola de Extranjeros de la Comisaría. Un gesto idéntico de frustración, agotamiento e impotencia de quien no ve una salida por mucho que se esfuerce. El hombre mirando hacia ninguna parte, con una triste mansedumbre que se pierde nadie sabe dónde... e igual de natural que el cansancio, se presenta un ángel con alas grises y prosaicas, de paloma. Surge ahí como los árboles o la hierba, y no se le ocurre hacer otra cosa que tocar el violín, mientras el hombre le sostiene la partitura con una expresión de infinita paciencia, consciente de que se quedará con el papel de pardillo para toda la eternidad.
Así, de la misma forma que aparece el cansancio, el agobio, la incertidumbre de no saber a dónde ir, lo insólito debería presentarse de manera igualmente insosechada, de ángel tocando el violín -y que necesita que le sujeten la partitura- junto al sudor y al peso de la carga, tan sólo para arrullar el sueño de un niño. Lo insólito -que unos pocos visionarios tienen a veces la misericordia de mostrarnos- que se hace cotidiano y que, tal vez por eso, no seamos capaces de ver la mayoría de las veces.

2 comentarios:

  1. no hay nada que supere a la monotonía.
    es la que termina con el espíritu vital de la humanidad.
    huír incluso es excitante, pero cuando se huye por tanto tiempo, como en el caso de los judíos egipcios en el desierto... uno termina por olvidar por qué huía, qué era el peligro que acechaba... y se acostumbra a lo constante y monótono y los ángeles, aunque estén siempre presentes, son tan ordinarios, que se transforman en palomas

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  2. Estimada señorita:
    Puesto que ambos compartimos la misma atracción por la obra del genial autor alemán Michael Ende; Momo, es mi ilusión invitarla a leer mi humilde ensayo acerca del libro en cuestión, ejercicio que se prolongará a lo largo de varias semanas y que iré publicando en mi humilde blog.
    Espero que sea de su agrado este viaje, que lejos de ser únicamente expositivo también intentará ser interpretativo. Sobra decir que sus aportes enriquecerán esta sencilla labor de crítica literaria.

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