miércoles, 17 de febrero de 2010

Es domingo.


Lo que soy, lo que espero, lo que ansío
lo sé yo
y nadie más.
Porque sólo yo vi
cómo se derrumbó la bóveda acristalada
en un día de sol.
Porque sólo yo sentí ganas de llorar
una mañana de domingo.
-Pero di algo.
-Para qué, si sólo yo
lo vi...
La gente sigue caminando hormigueos
entre el metro.
-Pero señores ¿no
oyen el grito de los hierros
desnudos
arañando el aire?
¿no ven que están pisando
los trocitos de cristales
triturados
en el suelo?
Encoger hombros.
-¿Y qué?
Deja de molestarnos con lo que
ves.
Hoy es domingo, somos felices.
-¿No sienten el polvo que
se mete por los ojos hasta
nublar la mente,
hasta obcecar los miembros y que
hace grises cada uno
de mis días?
-Hay que llevar a los niños al parque, es fiesta,
es domingo.
El aire es limpio, el cielo
es puro; sólo tus ojos
no lo son.
-El estruendo me puede, la metralla me
ahoga.
-Pues búscalo, búscalo... que se pierde entre
la niebla.
Se va, se aleja entre cascotes.
-Para qué si solamente yo
lo vi. Sólamente
yo, tú te fuiste.
¿Nadie,
nadie más...?
-Pero di algo.
-Sólo yo lo vi.
Solamente yo
lo sé.

1 comentario:

  1. Aquellos que sueñan de día conocen muchas cosas que pasan desapercibidas a los que sólo sueñan de noche (Edgar Allan Poe)

    Pero qué ocurre cuándo en vez de sueños la vida nos obsequia con pesadillas de las cuales los ignorantes que viven en (la ignorancia que les da...) la felicidad no son capaces de observar? De qué sirve tratar de explicar algo que nunca entenderan?..

    Silencio en un día de domingo

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