Prefiero guardarte así, como yo
sin circunstancias;
como la eterna posibilidad de lo que pudo haber sido,
como el instante de contemplar
el regalo aún envuelto.
Porque tú en las circunstancias
habrías sido simplemente
lo que eres, te habrías cubierto
de arena y polvo,
ése que va atascando engranajes de rutina,
hasta que un día todo se acaba porque es gris y monótono
y ya no tiene luz.
Así que en mí no serás tú,
sino lo que tantos otros aspiran a ser
un día en alguien.
Y tendré la maldad,
para ti y para mí misma
de que jamás sepan que lo que una vez soñaron
entre letras
existe entre la carne.
que bueno Raquel...
ResponderEliminarEs así sobre la marcha. Lo tenía por ahí y lo puse porque hay cosas que no conviene olvidar...
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