jueves, 25 de junio de 2009
...esto iba de ilustradores.
No es que me preocupe en exceso, pero la cantidad de tiempo que llevo sin escribir, ni siquiera un miserable cuentecillo, empieza a ser algo alarmante. No me queda más remedio que consolarme, como otras veces, con la idea de que hay épocas en las que se vive y épocas en las que se escribe, yo por lo menos no soy capaz de hacer las dos cosas a la vez -o en poquísimas ocasiones. Digamos que hace falta un poco de tiempo para filtrar las cosas y poder hacer con ellas algo que merezca mínimamente la pena. Tiene Millàs en su ultimo libro una definición sobre la escritura que me gustó bastante: dice que escribir es como el bisturí eléctrico que tenía su padre: abre la herida y la cauteriza en el mismo instante. No sé si sera siempre así pero cuando sufro o estoy triste me ayuda bastante la idea de que habrá merecido la pena si resulta literaria o artísticamente rentable. La verdad es que estoy atravesando una época bastante confusa -bastante reveladora también, supongo. Al final, todo es tan desalentadoramente sencillo como una continua zozobra entre la realidad y el deseo. Entre cómo son las cosas, cómo se espera que sean, lo que la mente sabe perfectamente pero el estómago se empeña en no seguir e ir a su aire... cuánto cuidado hay que tener con lo que se desea. Si he aprendido algo de todo lo que he vivido es que las cosas nunca salen como uno las espera. No digo ni mejor ni peor, sólo digo diferente. Y admiro a la gente que consigue dominar lo que siente a través de sus pensamientos, aunque sea en parte, porque a ese respecto sigo sacando cero patatero. Hay muchas cosas que me aguanto por seguir mi manera de pensar, pero eso no me evita el sentir cosas de las que en no pocas ocasiones me avergüenza. No es fácil la libertad tal y como yo la entiendo, es decir, el poder elegir un camino por voluntad propia y el tener el aguante suficiente para seguirlo, aunque eso conlleve el tener que aguantar un montón de cosas que no molen tanto...
Pero en fin, que ya rayo, lo que quería era hablar de los ilustradores que descubrí en París, allí donde hay centenares de metros cuadrados dedicados a los comics y venden postales con ilustraciones que fueron la ruina de mi presupuesto. Vi muchas cosas interesantes, pero sobre todo me gustaron dos de ellos: Nicoletta Ceccoli y Benjamin Lacombe. Si tecleáis sus nombres y .com sale su página, bastante apañada en ambos casos. Los dos tienen un estilo bastante afín, ese aire nebuloso y onírico en el que no naïf y lo siniestro se fusionan como si nunca hubieran sido dos cosas diferentes. Los que me conocen un poquito ya sabrán que cuanto más sutil sea lo malrollesco, más me gusta. Y a las ilustraciones de estos dos se les pueden dar vueltas y vueltas... un granito de arena más para el mundo interior de uno. El tipo de dibujos con el que se cogen las depresiones de nivel artístico propio tan a gusto, jej. Pues hala, a disfrutar.
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Que ilustraciones más apañadas, vamos, que dejan en pañales al más pintado!
ResponderEliminarMe gustó y me llamo mucho la atención el trabajo de ilustración que hizo Nicoletta con Cyrano de Bergerac, luego lo demás ya no tanto. Debe ser que Cyrano, además de narigón y ripioso parlanchín, es muso inspirador. De cualquier modo, aunque "malrrollescas", mientras te gusten cosas como esta y no, por decir una, de Victoria Francés, bien irá la cosa.
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