miércoles, 11 de noviembre de 2009

Errante


Voy, vengo, llego, me largo, parto, acudo...
y no porque mis pies sepan a dónde
lo sé yo.

Intenta guiarme un Norte que debe
saldar deudas
con una energía trasnochada
que fue encerrada en su día en una torre
de marfil.
-Pero si todo esto es muy hermoso.
-Sí, pero yo no quiero
belleza
yo lo que quiero es salir...

A veces se emociona con la idea
de un nuevo día
que empieza.
Pero otras, aunque la hora
de la noche
debería ser más angustiosa,
es al abrir los ojos
y renunciar
a los brazos del sueño
cuando la garra
a plomo
se apodera de ella.
La noche es, ahora,
el terreno de las locas
esperanzas,
de expectativas tan estériles
como infinitas.
Y si no, siempre quedarán
los besos
lentos
del sueño.

Todo, para acabar arrancando el velo
de la Conclusión Última
que se exhibe
descarnada,
impúdica,
irrefutable:
todo lo que hago y deshago,
agito y revuelvo
a lo largo del día,
sólo es para tratar
de que no
existas.

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